Una mañana, en su refugio secreto del encinar, Paula se topó con un ser extrañísimo. Era muy viejo y vestía una especie de túnica que llegaba hasta el borde de sus sandalias. Según le dijo a la niña, era el guardian del tiempo y podía recordar incluso lo sucedido miles de años antes. Con su ayuda, Paula descubrió qué había en aquel encinar y en el castillo cercano nada menos que hace ocho siglos atrás.
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