Este simpático personaje es un huaso a quien todos -por creer que es un simplón- tratan de engañarlo, de gastarle bromas. Pero él es ladino y astuto, y saldrá siempre con la suya, como con el "árbol de la plata" que le vendió en buen precio a un afuerino. El autor contemporáneo, Floridor Pérez, revive a este personaje que ha existido en la tradición oral chilena desde hace muchos años a través de sus vibrantes aventuras recontadas para las nuevas generaciones.
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"A Oliver Button le llamaban nena. A él no le gustaba hacer las cosas que se supone que hacen los niños. Le gustaba jugar en el bosque y saltar a la cuerda. Le gustaba leer libros y hacer dibujos..." Oliver es diferente: disfruta de la naturaleza y la lectura, juega con muñecas de papel y le encanta disfrazarse para cantar y, sobre todo, bailar. A su padre le gustaría que practicase deportes pero, su falta de habilidad para el ejercicio físico hace que otros niños del colegio le marginen, se burlen de él y le intimiden. «Oliver Button es una nena», han llegado a pintar en una pared de la escuela.¿Qué hará Oliver para vencer el miedo?
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Pantaleón está cansado de que todo el curso se meta con él, pero cuenta con el apoyo de sus amigos y de doña Terita, que le enseña que no hay que fiarse de las apariencias y que no es tan difícil acabar con las burlas.
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Había una vez un niño que no era como los otros niños. Las niñas le llamaban «bobo» y los niños le gritaban «tonto». Pero un día una niña descubrió su secreto.
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Katie tiene un día horrible en el colegio: Su equipo pierde un partido por su culpa, Mac no para de molestar y, encima, cuando la señorita Ana la saca a la pizarra, se le escapa un enorme, escandalosísimo... ¡eructo!
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