
Este soldadito se distinguía de los demás porque sólo tenía una pierna. Al fundirlos, el plomo se acabó justo allí y el soldadito no pudo ser completado. Pero a pesar de ello, se sostenía tan firme con una sola pierna, como los otros con dos. Y al niño le gustó tanto que lo puso en primera fila, delante de todos los demás. Un cuento tradicional que se reedita para los niños del siglo XXI.
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